A nuestra querida maestra

Cuando nos preguntaron si queríamos escribir sobre Mabel en el segundo año de su fallecimiento, no dudamos y dijimos que si.
Claro, nunca pensamos que se nos haría tan difícil. ¿Cómo expresar con palabras los años vividos junto a ella en la oficina contable?
Son muchas las sensaciones, los recuerdos y las historias. Tantos años trabajando como Tesorera que bien podría ella escribir sobre todo.

Era una mujer encantadora y le faltaba poquito para jubilarse; su gran preocupación era justamente qué haría cuando eso sucediera.
Quería su trabajo, porque seguramente y como le pasa a la mayoría después de mucho tiempo, formaba parte de su vida, que también compartía con nosotros, como todos.
No era «una más», era ella, Mabel, con su perfil bajo y su gran generosidad.
No esperó a jubilarse ni a pensar en preocuparse en lo que haría después, simplemente se fue.

Hay veces que nos parece mentira que no venga a trabajar. La sensación de su presencia es muy fuerte o quizá sea que todavía no la dejemos ir.
La sola mención de su nombre, trae a nuestra mente las tres palabras que rigieron su vida y sus actos: compañerismo, honestidad y respeto.
Las mismas palabras que como homenaje a su memoria, la Dirección de Administración plasmó en una placa en su nombre, el que ya está grabado en el corazón de todos nosotros.
Siempre es grato evocarla, por eso te decimos «Gracias Mabel» , y muchas gracias a todos ustedes por este recuerdo emocionado.

Andrea García