Un eje equivocado

Durante estos últimos días, el ámbito universitario se encuentra inmerso en un debate, que impuesto desde el Ministerio de Educación por la Comisión para el Mejoramiento de la Educación Superior («Comisión Juri»), parece por fin mostrar el verdadero proyecto que tiene el Gobierno de la Alianza con la Educación Universitaria: implementar una batería de medidas que en el nombre de la inequidad del sistema educativo, intenten paliar de diferentes maneras la desfinanciación que vienen sufriendo los ya magros presupuestos de las Universidades Nacionales.

La famosa «batería» estaría compuesta por un extra al Impuestos a las Ganancias para padres con ingresos mayores a una cifra determinada, gravámenes a empresas que emplean profesionales egresados de la universidad pública, impuestos a graduados, etc. También se espera que como contrapartida, los actores universitarios mejoren estas propuestas o indiquen otras alternativas.

Y, creo, que ahí radica el nudo de la cuestión: el Gobierno directamente enfrenta con esta batería unos de los pocos logros del pueblo que todavía no ha podido convertir en negocio fácil: la Educación. No se avizora posibilidad alguna de que el Estado se responsabilice, como lo dice la Constitución Nacional, del papel entrañable de financiar la Educación.

Ante esta disyuntiva, los diferentes sectores de la política estudiantil se han manifestado en contra de esta nueva manera de esquivar el papel fundamental que le cabe al Estado en lo que refiere a la Educación. Pero la pregunta que surge es la siguiente, ¿bajo qué intereses?, ¿bajo qué bandera?

Una mirada en el mapa político de las Universidades Nacionales, nos muestra un importante retroceso de las agrupaciones históricas en la conducción de Centros de Estudiantes y Federaciones, por sobre el crecimiento de agrupaciones progresistas e independientes. Tanto la Franja Morada, como la JUP o el MNR, que han sido desde la restauración de la Democracia las principales referentes universitarias, se encuentran hoy bajo sospecha de no representar a las bases estudiantiles, y lo que todavía es peor, respondiendo a los intereses corporativos de los partidos a los que referencian.

Esto último se viene poniendo de manifiesto, por ejemplo, en la Universidad Tecnológica Nacional, UTN, desde hace ya unos 8 años. En diciembre del 2000, en el Congreso Ordinario de la Federación Universitaria Tecnológica la Franja Morada Tecnológica cedió la conducción de la misma al Frente por la Unidad Tecnológica, conformado por agrupaciones integrantes del Frente de Estudiantes Tecnológicos Independientes, FETI, y la Unidad Tecnológica.

Este cambio de mano en la conducción de la FUT, no sólo responde a una mera aritmética en el número de congresales. Responde sí, a la apuesta indelegable de la defensa de los logros de la Reforma del ’18, a la regeneración de la militancia estudiantil como motor de cambios y mejoras en las Universidades, a una militancia que centra su accionar en cuestiones académicas, con compromiso social, no corporativista, y que insiste por sobre todas las cuestiones que de nada sirve luchar aisladamente por una Universidad Estatal y Pública, Gratuita y Abierta, si no va de la mano de un modelo de país libre, con una economía independiente, y que fundamentalmente base su Gobernabilidad en la Justicia Social y en la Memoria.

Es por eso que en momentos como éste, en que es importante llevar adelante una discusión sobre el estado del modelo actual de Universidad, recordemos que lo sucedido recientemente con los Planes Nuevos Roles Laborales y los militantes de Franja Morada, no hacen otra cosa que crear una imagen negativa sobre la Universidad Argentina en la opinión pública, que ya empieza a manifestarse en contra del ingreso irrestricto, del cogobierno, restándole cada vez más crédito a una institución que fuera modelo de la Educación Universitaria en América Latina y el mundo.

Una vez más, el eje de la discusión sobre alternativas de financiamiento para las Universidades, gira en torno a la inequidad. Nos dicen que a través de estas alternativas de financiamiento, se podrían crear fondos fiduciarios para el otorgamiento de becas para que los «sectores de menores recursos», es decir, los sectores más pobres de la población, puedan tener acceso a la Educación Universitaria.

Ahí radica la equivocación. Es un engaño pensar que desde la Universidad y a través de un sistema de becas, se comienza a terminar con la injusticia social de la que hoy es presa nuestro país, y la Universidad en particular. No hay otro origen de la injusticia social que la ilegal Deuda Externa, que nos hacen pagar a los trabajadores argentinos por igual, legitimada a través de su estatización.

Y en ese ida y vuelta que es la militancia universitaria, no todas las banderas responden a los mismos intereses. Las banderas que referencian a la militancia por un país mejor, donde la Universidad sí tendría una vital importancia en un proyecto de país, y no de un proyecto de mercado para los grandes intereses internacionales, son tenidas en cuenta cada vez más por los estudiantes, y planteamos que el eje sobre el que se discute la política universitaria desde el Gobierno Nacional, y legitimada a través de sus referentes políticos universitarios, es el equivocado.

Carlos Vera
Presidente Federación Universitaria Tecnológica