Álamo en el alto valle: Perspectivas de un negocio promisorio

El crecimiento de la demanda de madera de álamo plantea la posibilidad de desarrollar negocios rentables a partir de la forestación. Una alternativa interesante que no se reduce a las regiones del Alto Valle del Río Negro.

El cultivo de álamo en las regiones del Alto Valle y el norte patagónico ha estado históricamente ligado a la principal actividad económica, la fruticultura. Allí, el destino de los rollizos ha sido tradicionalmente la fabricación de envases y embalajes, aunque se los utiliza secundariamente en la construcción y en la industria del mueble.

Si se tiene en cuenta también a las provincias de Chubut y La Pampa, las estimaciones de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación (SAGPYA) registran una superficie no inferior a las 300 mil hectáreas, que podrían significar un aporte no despreciable al sector forestal nacional. Especialmente en la producción de madera de calidad con elevados rindes por hectárea.

Existencias maderables de álamo en la región de los valles bajo riego de Río Negro, Neuquén y La Pampa

Distintas fuentes consultadas por funcionarios de la SAGPYA indican que la superficie implantada con especies maderables en la región apenas supera las 2200 hectáreas, considerando las cortinas de viento y las explotaciones en macizo, con la siguiente distribución:

Valle Medio Río Negro700 ha
Alto Valle Río Negro y Neuquén690 ha
Catriel – 25 de Mayo (La Pampa)440 ha
Valle de Gral. Conesa380 ha
Total2210 ha

Hace una década esta superficie se ubicaba en torno a las 3500 has. Además, aproximadamente la mitad de la superficie actual tiene menos de 5 años de antigüedad, con lo cual no puede ser considerada como parte de la oferta de corto plazo.

En particular, las cortinas forestales hace una década ocupaban unos 14000 km de longitud, con una existencia potencial de 1,95 millones de toneladas. Sumadas a las 250 mil toneladas provenientes de las plantaciones de macizo, la oferta alcanzaba las 2,2 millones de toneladas. Actualmente la oferta se sitúa en torno a 1,8 millones de toneladas.

La caída de la superficie implantada se observa especialmente en el caso de cortinas debido a cambios en la tecnología de implantación y manejo de montes frutales puestos en marcha a principios de los ’90. Estos permitieron eliminar una gran cantidad de cortinas rompevientos y llevaron, por ende, a una caída abrupta en la oferta maderable de la región. Sin embargo, estos cambios han dado precisamente lugar a un crecimiento notable en la producción de frutas, lo cual se tradujo en un aumento del consumo anual de madera. Durante 1990-2001, los aserraderos han comprado 220 mil toneladas promedio por año. Desde entonces se ha registrado un salto a casi 300 mil toneladas anuales. Apreciaciones de expertos del sector indican que este aumento se sostendrá debido a que la devaluación puso en desventaja a los envases de cartón.

Este ritmo de demanda comparado con la oferta total acumulada hace diez años pinta un panorama actual de notable escasez del recurso (el déficit anual se sitúa en torno a las 100 mil toneladas) y un escenario de probables aumentos del precio de la madera (en los últimos cuatro años la tonelada ha aumentado desde 20 a más de 30 dólares y supera los 40 dólares en álamo para rebobinado). Algunos cálculos de SAGPYA indicaban que, en 1998, la tasa interna de retorno de una plantación de álamo en las regiones de Cuyo y Alto Valle rondaba el 12-14% anual. El aumento del precio del pie de álamo puesto en fábrica debe haber elevado este guarismo y tornado aún más atractiva la actividad.

En síntesis, los datos ofrecidos por SAGPYA (disponibles en www.sagpya.mecon.gov.ar/) revelan una caída significativa de las existencias de especies maderables, tanto en cantidad como calidad,  poniendo en riesgo la supervivencia de una actividad fuertemente eslabonada con la actividad motriz de la región.

Régimen forestal e inversiones recientes

Lo llamativo de esta situación es la ausencia de respuestas por parte del sector privado frente a esta oportunidad, especialmente luego de la aparición de la ley 25080/2000, que establece un régimen especial de promoción para el sector forestal. Entre otros beneficios, la norma constituye un mecanismo especial de amortización para el cálculo del impuesto a las ganancias, devolución del IVA, exención de gravámenes sobre activos afectados a la explotación forestal, etc.

La única reacción registrada ha sido la inversión de la empresa española Mam SA, en 400 hectáreas con casi 200 mil plantas de álamos en cercanías a El Chocón. De todos modos, la inversión se orienta a abastecer la planta industrial de la empresa y apenas achica la brecha actual entre oferta y demanda de álamo en la región.

Coordinación: Mg. Valentina Viego – vviego@frbb.utn.edu.ar

Nota preparada a partir de una exposición del alumno Esteban Rodríguez para la cátedra Gestión de Economías Regionales II de la Licenciatura en Desarrollo de Economías Regionales.