Creando un escenario competitivo

Los nuevos desarrollos tecnológicos ofrecen en la actualidad la oportunidad de configurar procesos productivos de manera geográficamente dispersa, permitiendo a las zonas más distantes integrarse a redes globales.

Puede afirmarse que estamos viviendo un doble proceso de integración/exclusión en distintos niveles, con fuertes impactos territoriales. A nivel mundial, en términos relativos crece la concentración del comercio y de la producción en la llamada Tríada (Norteamérica, Japón y Europa). A nivel subcontinental, aumenta la integración y los intercambios entre los países miembros del Mercosur. A nivel local, algunas áreas logran articularse adecuadamente, aunque muchas otras se ven marginadas y tienden a la desaparición, constituyendo polos expulsores.

La pregunta obvia que aparece es: ¿Qué determina que algunas regiones logren articular sus procesos dentro de un sistema más amplio? Debemos buscar la respuesta en la identificación de fortalezas internas y estrategias de desarrollo endógeno que permitan captar o potenciar actividades articuladas globalmente, fundamentalmente a través de empresas transnacionales. Estas se localizan en forma diseminada, pero a la vez interdependiente y especializada, con contribuciones diferenciadas para cada unidad nacional, para operaciones integradas mundialmente, desarrollando y compartiendo los conocimientos y los recursos materiales y humanos. Este es el tipo de organización que brinda mayores oportunidades de transferencia tecnológica y posibilidades de desarrollo. Pero estas formas requieren condiciones especiales, fundamentalmente vinculadas a infraestructura y capacidades humanas.

El cambio de escenario y la profundización de la competencia a escala global produjo modificaciones sustanciales en la conductas empresariales con el propósito de permanecer en el mercado. En nuestro país, muchas firmas tuvieron que cerrar sus puertas. Sin embargo, también se observaron transformaciones que podemos denominar positivas, es decir, aquellas que aseguraron la supervivencia y que se pueden agrupar en cuatro conductas genéricas:

  • Conversión en filial de empresa extranjera
  • Desarrollo de alianzas estratégicas
  • Incorporación como proveedor de empresas ya integradas globalmente
  • Asociaciones de empresas nacionales en conglomerados económicos.

El nuevo enfoque de la política industrial de la Comunidad Europea enfatiza que el ajuste industrial debe ser apoyado por la generación de un ambiente positivo para la cooperación inter-firma, la promoción de condiciones empresariales y de innovación, un desarrollo completo de oportunidades innovadoras, y de capacidades humanas. Al mismo tiempo, se ha comprendido que una red de firmas se transforma en fuerza orientadora cuando es capaz de alcanzar una fuerte conexión entre las fuerzas productivas y el llamado sistema local de innovación, es decir, universidades, escuelas y centros de capacitación.

Es preciso entonces, profundizar la coordinación para la creación de condiciones competitivas que permitan captar empresas transnacionales en su proceso de mundialización. A su vez impulsar el crecimiento de las empresas locales vía integración horizontal o conglomerados nacionales, para lograr una mayor escala productiva y de comercialización, con el paso previo de orientación hacia el mercado regional, para lograr mejores condiciones posteriores de inserción internacional.

Las nuevas configuraciones, geográficamente dispersas, que acompañan la gestión de las empresas mundiales, hacen posible la creación de toda una serie de pequeñas y medianas empresas especializadas en servicios de alta calificación. Asimismo, puede lograrse el ingreso a las redes globales a partir de alianzas estratégicas. El mantenimiento de un vínculo estrecho entre sectores productivos y centros de innovación y capacitación es ampliamente reconocido como esencial.

Finalmente, debe destacarse que en todo esto el Estado ocupa un rol fundamental. Se requiere un Estado previsor, eficiente, capaz de adelantarse a los cambios sociales, tecnológicos y económicos, de concertar los intereses de los distintos grupos hacia el logro del bien común, en un renovado contrato social, sobre la base de una dialéctica constante entre la cooperación y la competencia.

Lic. Agustín Arieu