La aventura de producir un sistema de riesgo a medida

Enrique Rybner es productor agrícola y autor de diversas mejoras a equipos de riego. Su historia tuvo más de un tropiezo, que lo ayudó sin embargo a desarrollar tanto su rol emprendedor como el esquema técnico del equipo que hoy está en vías de fabricarse a mayor escala.

Rybner: «La Universidad garantiza que el sistema funciona»

Los primeros pasos en el mundo de la agricultura

En 1980 Rybner comenzaba a dedicarse en Tres Arroyos a la agricultura, y buscaba la forma de solucionar el problema de las lluvias que no venían; en ese momento pensaba solamente en cultivos extensivos, en los que no tenía ninguna experiencia. Los equipos de riego existentes, a los que podía acceder, funcionaban mediante el sistema de cañón. “Los folletos no decían que las capacidades de los equipos de riego cambian muchísimo con las condiciones climáticas. Están construidos para determinadas circunstancias, que no se dan en todas las zonas”, explicó Rybner. El consumo de gas oil por parte del cañón era muy elevado. “Yo compré los equipos en función de los cultivos, y terminé cambiando los cultivos en función de los equipos”. Así fue que se dedicó a cultivar intensivamente cebolla, para justificar el costo del combustible y la capacidad del equipo. “Cuando se empieza a hacer el negocio al revés, a uno le comienza a ir mal”, agregó Rybner comentando las pérdidas experimentadas en las cosechas de 20 hectáreas de cebolla, durante 5 años, hasta el período ‘87/ ’88. Esa fue su primera experiencia en relación a los equipos de riego, por lo que se quedó pensando en cómo deberían ser estos equipos.
En los ’90 intentó algún negocio en la industria, en el cual tampoco le fue bien.

Se va gestando la idea de adaptar un equipo

Un contacto familiar, su primo en Dinamarca, trabajaba en una empresa que fabricaba equipos de riego; “como mi primo quería volver al país, no nos fue difícil reunirnos y unir mi equipo con el fabricado por él”. Rybner para ese entonces había diseñado el ala del equipo de riego. Después se llevó muy rápido a la práctica y funcionó, fue muy exitoso.

Uno de los primeros equipos desarrollados por Rybner.

“Pero cometimos errores, porque no somos empresarios ninguno de los dos: no le dimos el tiempo necesario para probarlo suficientemente. Hubiera sido necesario un período de prueba, al menos una campaña, antes de venderlo” añadió Rybner, comentando que el equipo de riego fue comercializado en la zona de Tres Arroyos. La divulgación en revistas especializadas de que “toda la pampa húmeda debería regarse”, ayudó a la venta de estos equipos. Sin embargo, “al año, a pesar de los pronósticos realizados por especialistas económicos, los precios cayeron rotundamente”. Estos dos factores los afectaron de manera drástica. El equipo, del cual se comercializaron 12 unidades en un período de 2 años, dejó de fabricarse; “estábamos adelantados 10 años…”
Explicando cuáles son los beneficios técnicos principales en esta máquina, Ryber enfatiza: “Al trabajar con muy baja presión, es un equipo que tiene un reducido consumo de combustible, lo cual es fundamental; por otra parte, se distribuye el agua de la mejor manera, haciéndola llegar a lo ancho del sentido de avance, en forma uniforme, sin que incidan el viento y otros factores; casi podría decir que es lo más parecido a la lluvia que hay”.

El rol de la Universidad en este proyecto “Yo sé que el equipo funciona, pero de ahí a fabricarlo y venderlo, necesitamos de otros actores… Y ahí es donde entra la UTN. En mi opinión, la Universidad garantiza que el sistema funciona, lo armonizan todo… Si bien el proyecto podría realizarse sin su participación, yo no me animaría a hacerlo”.
En el marco del distrito metalmecánico promovido por la Facultad, se están realizando encuentros con empresas de la zona de Pedro Luro para evaluar la factibilidad de una producción en forma asociada de los distintos componentes del aparato. Se busca de esta manera aprovechar el capital o capacidad instalada que tienen las empresas.
“Estamos pensando en colocar un ala nueva, una que se adapte a aquella zona; que se pueda plegar y transportar fácilmente”. El desarrollo de este equipo se focalizaría en pequeños productores, que trabajan intensivamente una superficie, por lo general, de diez a veinte hectáreas al año. La Universidad analizará además posibilidades de financiamiento para el prototipo
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