Por la Identidad Nacional y la Educación Tecnológica
En el bicentenario de la creación de la bandera de las Provincias Unidas de Sudamérica, nombre adoptado por la Declaración de la Independencia argentina, homenajeamos al abogado, militar, político, economista, periodista y educador Manuel Belgrano.
Sea el homenaje en primer lugar por crear la enseña patria que identifica a nuestra Nación, surgida con motivo del deseo de diferenciarse de los colores de los ejércitos españoles en sus nuevas batallas. La bandera hace alusión a los tonos del cielo, de la escarapela y del manto de la Virgen María. Además, en sus escritos ha dejado expresado que su interés también fue dotar de un símbolo para las mencionadas Provincias Unidas, quienes la adoptaron formalmente en la Declaración de 1816.
La necesidad de la identidad simbólica lo llevó a esta iniciativa que sembró en la población una paulatina unidad, pero también reacciones internas del mismo sistema de gobierno ante el surgimiento de la nueva Nación, que muestran las convicciones de Belgrano. Al respecto, según los historiadores Floria y García Belsunce, “la creación y exhibición de la bandera le valió a Belgrano una reprimenda del Triunvirato, quien dejó ‘a la prudencia de V.S. la reparación de tamaño desorden’, pero previniéndolo que sería ‘la última vez que sacrificaría hasta tan alto punto los respetos de su autoridad’”.
El general no recibió la comunicación de dicha prohibición, por ello, al dirigirse para hacerse cargo del Ejército del Norte, efectuó la jura formalmente en Jujuy el 25 de mayo de 1812 y con suma emoción comunicó el hecho al gobierno central. Pero el 27 de junio el Triunvirato le expresó nuevamente la prohibición mencionada, cuestión que virtuosamente acata nuestro prócer, cuando en su nota del 18 de julio responde:
“La bandera la he recogido, y la desharé para que no haya ni memoria de ella, y se harán las banderas del regimiento N°6 sin necesidad de que aquella se note por persona alguna; pues si acaso me preguntaren por еllа, responderé que se reserva para el día de una gran victoria por el ejército, y como esta está lejos, todos la habrán olvidado, y se ostentarán con lo que se les presente”.
Es de destacar la nobleza de Belgrano y de sus actos en pos de la causa de la Nación, sin embargo, la historia se encargará de que aquella sea la enseña argentina. Es por este motivo, que, hasta 1938, el Día de la Bandera Nacional fue el 27 de febrero y a partir de ese año se celebra al conmemorarse el fallecimiento de su creador.
En segundo lugar, cabe subrayar su actuación construyendo la patria desde la educación, pues siendo la creación de la bandera patria un símbolo de ideales y principios, historia y proyectos, sentimientos y valores que orientan y regulan la vida de nuestro país, los mismos se forjan, en buena parte a través de la formación y la cultura. En este sentido, el joven abogado porteño desde sus distintos cargos públicos fue promoviendo, junto a otros hombres en la primera década del siglo XIX, la generación de una nueva mentalidad en estas Provincias.
Es notable el inmenso interés que evidenció por formar a sus compatriotas en las ideas y en la acción, tanto en relación a las nuevas corrientes políticas, como económicas, de jurisprudencia y culturales, y entendió que la educación y el periodismo eran herramientas fundamentales para ello.
Si bien él mismo tuvo una destacada formación profesional académico-teórica, al pensar en el desarrollo de nuestra región promovió el valor de la educación técnica y práctica junto al de las ideas. En la primera Memoria como Secretario del Consulado español, de mediados de 1796, propicia la creación de una Escuela Práctica de Agricultores y una Escuela de Comercio. Interviene intensamente para la fundación de la Real Escuela de Náutica, que se constituye formalmente el 30 de marzo de 1799. Por otra parte, Belgrano promovió la formación en dibujo y geometría por el valor cualificante que otorgaba la misma y su incidencia en campos diversos, revelando el interés que tenía por una educación orientada al desarrollo de las profesiones, la producción y la industria. Efectuó tratativas desde 1796 en el Consulado para la creación de la Escuela de geometría, arquitectura, perspectiva y toda especie de dibujo, que se inauguró el 29 de mayo de 1799, siendo la primera institución oficial en Buenos Aires. La misma estuvo vinculada con la Escuela de Náutica, era frecuentada por Belgrano y llegó a contar con 64 alumnos y con docentes idóneos que ofrecieron un estudio sistemático en estas disciplinas. Pero problemas en la conducción, en el horario de clase y en el presupuesto, hicieron que no continuara después de octubre de 1804.
Luego de la Revolución de Mayo, por su iniciativa, como vocal de la Junta Gubernativa, ésta crea la Academia de Matemáticas para la instrucción de los oficiales y cadetes de la guarnición Buenos Aires, instalada en las viejas aulas del Consulado. Los cursos comienzan el 12 de septiembre de 1810 bajo la dirección del teniente coronel de ingenieros Felipe Sentenach, gestor de la reconquista de Buenos Aires y la colaboración docente del capitán José Cipriano Andrés de Pueyrredón, quienes redactaron los planes de estudio. La misma funcionó durante dos años, hasta la trágica muerte de su director, que también significó el fin de la institución.
Luego, asume las importantes tareas como militar, cambia la pluma por la espada, pero no podrá dejar de lado sus íntimas convicciones y transforma los 40.000 pesos recibidos de la Asamblea Constituyente durante 1813, a raíz de la victoria en Salta con el Ejército argentino, en donación para la creación de escuelas en el norte argentino. Las mismas fueron destinadas en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero, y el Reglamento que elaboró revela su filosofía educativa planteando el modelo de docente de la época, que se proyecta a la actualidad, al considerar que el maestro debía ser considerado “Padre de la Patria”.
Los ideales de Manuel Belgrano nos muevan como sociedad argentina y como docentes a seguir construyendo la Nación Argentina libre, justa y soberana que él ayudó a forjar, donde la bandera nacional es el símbolo que sintetiza estos ideales. Y también a confiar en la educación y en la cultura como medio de desarrollo y realización personal y social, desde la escolaridad básica hasta la profesional. El valor que otorgó a la formación tecnológica en su tiempo, y bajo sus formas, hoy nos compromete a potenciar su crecimiento y a que la técnica, con las actuales modalidades, aporte a nuestro país y al mundo nuevas posibilidades para alcanzar una mejor calidad de vida, en un ámbito de ética, humanismo y solidaridad.
Mg. Rafael Omar Cura
Docente Investigador