Desarrollo de Carrera Laboral: ¿Cómo ponerlo en marcha?
A este y otros interrogantes respondió la Lic. Lidia Heller, en la charla brindada en la Facultad con motivo del cierre del Concurso Fotográfico “Mujeres Tecnológicas en sus profesiones”, organizado por el Movimiento de Mujeres Tecnológicas de la Facultad. Transcribimos a continuación algunos fragmentos de la conferencia.
Los cambios que se han desarrollado en la última década, con la incorporación masiva de mujeres a la vida pública y a los distintos ámbitos laborales implican una revolución social muy importante que evidentemente trae como consecuencia el concepto de integrar el mundo público y el privado, algo tan importante como el desarrollo de nuestras carreras y trabajar.
En la actualidad, si bien las mujeres están insertándose masivamente al mercado laboral, todavía son muy escasas en los puestos de decisión: como ejemplo, solo 15 de las 500 mayores empresas tecnológicas en Estados Unidos tienen mujeres en cargos de importancia, y en el sector informático y de nuevas tecnologías, solo 3 están ocupando puestos decisorios.
¿Por qué suceden estas cosas? Esto tiene que ver con muchas razones: faltan ingenieros e ingenieras dentro del mercado laboral, las mujeres son minoría, cuestiones culturales, división sexual del trabajo que se ha dado tradicionalmente, y también en la división de las profesiones: las mujeres estamos más orientadas a lo que tiene que ver con lo humanístico, y parecería que no nos viéramos atraídas por carreras que no ayudan a la sociedad. Como si seguir una carrera tecnológica o de las ciencias -donde también hay minoría de mujeres-, no hiciera un aporte a la sociedad. Evidentemente no se ve en la ingeniería la posibilidad de cambiar el mundo o brindarnos un aspecto afiliativo. Pero de todas maneras, yo creo más en la influencia que tiene que ver con las pautas culturales que se dan desde la familia y la escuela, de cómo se distribuyen los roles y se asignan prioridades a determinadas profesiones.
Pero lo cierto es que brevemente hay diferencias entre varones y mujeres, y el tema no está en las diferencias, sino en las desigualdades o déficits.
La metáfora del techo de cristal fue planteada por periodistas del Wall Street Journal en el año ’85 u ‘86 sobre el tema en cuestión y decía “parecería que existe como una barrera invisible, un techo de cristal, que tienen las mujeres para acceder a posiciones de decisión”. La metáfora prendió y fue utilizada por una cantidad de estudios para explicar estos fenómenos y dar origen a otras metáforas. Por ejemplo, la de “pisos pegajosos”, que tiene que ver con cuestiones internas de la intimidad de las mujeres que operarían como pisos pegajosos que nos impiden mejorar, como tener un chicle en la suela del zapato que no nos permite despegar. Se plantean el miedo al éxito, el doble rol de trabajo y familia.
En carrera
Hay un concepto que me gustaría profundizar, que tiene que ver con el desarrollo de carrera. Este es un proceso continuo que atraviesa distintas etapas de la vida, y en este sentido me parece importante diferenciar 4 palabras: vocación, profesión, trabajo y carrera:
La vocación es algo que uno siente que tiene ganas de hacer más que nada en la vida.
La profesión: por algún motivo, de un conjunto de ofertas educativas, cada uno hemos decidido una profesión, es la que nos va a dar un título.
El trabajo: de algo tengo que vivir, ganar la vida, es algo que uno hace todos los días.
El concepto de carrera, finalmente, implica un proceso continuo y la palabra misma da idea de progreso; no siempre es hacia arriba, yo puedo sentir estar haciendo una carrera trabajando en determinado sector o en determinado equipo en una universidad por ejemplo, en el cual aprendo, por más que reciba menor paga que trabajando en otro lado. Viene de la palabra “carrus”, ya que es parecido al carro en el cual se ponen los conocimientos, aptitudes, etc. Las carreras son cada vez más dinámicas, cada vez más cortas, y le tengo que seguir incorporando a ese carro, conocimientos, experiencia, aptitudes, a lo largo de la vida.
Cuando estamos en una carrera, tenemos distinto tipo de capital: capital humano, dado por el talento y la experiencia y educación; pero también tenemos un capital que es estructural que forma parte del medio en el cual nos desarrollamos, que tiene que ver con nuestra cultura, el estilo e imagen que damos, no solo lo que incorporamos en el carro en términos de conocimiento, sino en cómo me ven. ¿Qué imagen transmito? ¿Cuán asertiva soy? Y este concepto tiene que ver con la confianza que yo tengo en lo que expongo, en cómo lo expongo. En cómo presento mis ideas. Esto va a ir conformando parte de un capital estructural, y en el caso de las mujeres es lo que necesitamos incrementar, porque justamente estos temas del estilo o imagen tienen que ver con la asertividad. Las mujeres se enfocan en lo estructural: poseer “credenciales”, promedios, ser abanderadas en el colegio secundario… Los varones, según estudios realizados, siempre se conforman con llegar hasta ahí, pasar con la nota mínima, y mostrar aptitudes en otros ámbitos. Cuando salimos a la vida pública, y tenemos que desarrollar una carrera, hay otros atributos que tenemos que incrementar, además de los conocimientos, credenciales y promedios. Es exponer nuestras ideas, fundamentar, dar una imagen asertiva. Y en este sentido, las mujeres tenemos que aprender, es parte de un capital estructural a incorporar.
El tercero es el capital social, es la red de relaciones que vamos haciendo a lo largo de la vida, el networking, y también la posibilidad y necesidad de contar con mentores: figuras que transmitan de primera mano cómo desarrollar una carrera dentro de una determinada empresa, cosa que no se aprende en la universidad y que tiene que ver con la cultura de la organización, pautas no formales, etc. Estos tres capitales son pilares importantes para el desarrollo de una carrera, tanto para varones como para mujeres. Lo que pasa es que los hombres siempre han operado en red, y se mueven como pez en el agua. Las mujeres tenemos ese pensamiento en red, formamos muy bien las redes, pero no para nuestras carreras laborales; son redes más sociales, que tienen que ver con el estudio, intercambiarnos datos, etc. Pero no en el concepto real del networking, que es una red de trabajo.
¿Cómo poner en marcha todo esto?
Tiene que ver con ver lo que aportamos varones y mujeres; aportamos cosas diferentes porque somos diferentes. Las mujeres aportamos vínculos afectivos, el considerar no solo el tema de ganar-perder, que muchas veces tienen los varones en la competencia; ver la “gran película”, la esencia del trabajo en red, nos sale naturalmente, aunque no la sepamos aprovechar en su forma, pero tenemos este proceso de trabajo en equipo, liderazgo global, la intuición que actúa como radar, y frente a estructuras menos rígidas y flexibles, funcionamos mejor.
La clave para incorporarse, pasa por revisar estos mandatos culturales que todos tenemos, estas presiones que pueden ejercerse, definir lo que es el éxito para cada uno, lo que es llegar, los objetivos, poder identificar el concepto de carrera, que deje de ser tan “atolondrada”, y poder torcer el rumbo. Recordar que este es un concepto dinámico. Finalmente, planificar las actividades y visualizar los roles de identificación: una carrera como quién me gustaría realizar. En el caso de una mujer es mejor tener en cuenta a otras mujeres, pero un hombre también puede servir de modelo, no necesariamente superhéroe, pero alguien con el cual me gustaría transitar un camino a la par.
Algunas claves
- Reinventarse. Diseñar metas en función de deseos. Conducir tu propia vida
- Saber delegar, pedir y negociar.
- Evitar perfeccionismo y búsqueda de aprobación. Superar pensamientos negativos.
- Crear redes sólidas y solidarias.
- Mantener afilado el radar emocional. No temer al poder.
- Aprovechar los aportes de la tecnología para la reingeniería del tiempo.
Lidia Heller, Doctora en Administración
Directora de HGK consultoría en organizaciones. Docente y expositora en seminarios y conferencias en el país y en el exterior sobre Management, Liderazgo, Toma de Decisiones. Autora de los libros: Por qué llegan las que llegan y Las que vienen llegando. Consultora de organismos internacionales: CEPAL, BID, Banco Mundial.