Los ideales de Mayo y la educación profesional.

La conformación de nuestra nacionalidad argentina en el pasado y en el presente, siempre es motivo para renovar y reavivar los ideales inspiradores que nos hacen ser parte de su historia y de su futuro, y que inciden particularmente en la identidad de la propia Nación y de cada ciudadano.

Frente al Bicentenario de la Revolución de Mayo y de la Independencia de nuestro país el rol de la educación ocupa un lugar destacado, y particularmente la formación de profesionales en vinculación con el desarrollo socio-productivo y tecnológico, para que toda la población pueda alcanzar niveles adecuados de calidad de vida y la misma sociedad, un desarrollo sustentable.

Las primeras instituciones de formación profesional

El valor de la formación de profesionales y su incidencia social estuvo presente previamente a los “hechos de Mayo”, donde siempre habrá que destacar la función que cumplió la Universidad de Córdoba, sobre la base del Colegio Máximo, especialmente durante todo el siglo XVIII. También las acciones del gobernador Juan J. de Vértiz y Salcedo y el Dr. Juan Baltasar Maziel, “el maestro de Mayo” con la impronta moderna de los estudios del Real Colegio de San Carlos de Buenos Aires, por donde pasaron casi todos los hombres que hicieron la Revolución.

Asimismo, hay que destacar el aporte de figuras como Juan A. Hernández, en la creación de carreras profesionales modernas, de aquellos tiempos, quien presentó al entonces cónsul Manuel Belgrano el proyecto para la creación de la Escuela de Dibujo, geometría, arquitectura y perspectiva. Ésta fue creada por el gobierno virreinal en 1799, siendo nuestro gran prócer su promotor y el redactor de su Reglamento de Estudios. Ese mismo año, bajo los auspicios de Belgrano, surge otra institución de profesionales como será la histórica Escuela de Náutica, con un plan de cuatro años de formación. Por otra parte, no hay que dejar de mencionar que la  Real Universidad de San Carlos de Córdoba, a partir de 1791 dispone de la Cátedra de Jurisprudencia y que adopta un enfoque científico, acorde a aquellos tiempos.

Frente a la Gesta de Mayo, los primeros gobiernos entendieron que la educación de los oficios y las profesiones era una necesidad y un deber. Por ello, junto a “las Escuelas de la Patria”, y con el objeto de consolidar los nuevos ideales, en agosto del mismo 1810, la Junta Gubernativa crea la Escuela de Matemáticas, cuyo plan de estudios fue redactado por Felipe de Sentehach. Ese año histórico, también se crea la Academia de Música, dirigida por Víctor de la Prada.

El Director José I. Álvarez Thomas, en el año de nuestra Independencia, dispuso la creación de la Academia de Matemática y Arte Militar, y posteriormente, la Academia Teórico-Práctica de Jurisprudencia, que será la base y fundamento, junto a las propuestas que sostendrán  Juan Martín de Pueyrredón y Antonio Sáenz, de la creación de la Universidad de Buenos Aires en 1821.

La formación de profesionales hoy implica pensar en la conformación de un país que tiene que seguir consolidándose en los valores más profundos de la humanidad.

Nuevas demandas educativas

Hacia fin de siglo, la estructura de los estudios secundarios demandaba propuestas orientadas hacia la industria, el comercio y la producción. Por ello, surgirá en 1890, con Carlos Pellegrini, la Escuela Nacional de Comercio y en 1898 la primera Escuela Industrial de la Nación a cargo del Ing. Otto Krause, convirtiéndose, durante la primera parte del siglo XX, en uno de los mejores politécnicos del mundo por la seriedad de su formación y el notable equipamiento de talleres, laboratorios y museo tecnológico.

En esos años, surgen nuevos centros de formación superior con las universidades provinciales de Santa Fe (1889), La Plata (1905) y Tucumán (1912), que buscan incorporar nuevas carreras vinculadas con el desarrollo de sus regiones. En este contexto de formación profesional y de nuevas necesidades de profesionales que atravesaba nuestro país, se destaca el surgimiento de las institucionessuperiores de formación de las Fuerzas Armadas.
Un impulso decisivo
Será en la década del ‘40 y del ‘50 cuando se expandirá la educación profesional, fruto de la incipiente industrialización, y así, a través de la Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional (CNAOP), surgirán las Escuelas Fábrica para el nivel de formación profesional inicial, y luego la Universidad Obrera Nacional, creada en 1948 y orientada a la especialización técnica.
La finalidad de la UON se vinculaba con la “formación de ingenieros para intervenir en procesos de producción”, con un perfil profesional más práctico que el clásico. En un contexto de crecimiento de la industrialización nacional, ambos ingenieros, “el creativo o científico” y el “de fábrica o ejecutivo-profesional”, tal como se lo señalaba en aquel tiempo, cumplían funciones complementarias en el proyecto de desarrollo de la Nación.
En Bahía Blanca, diversos sectores promovían la conformación de una sede de la Universidad Obrera Nacional, en respuesta a las demandas sociales y educativas de esta región, con la intervención de diversas organizaciones e instituciones, entre ellas la CGT local. Así, en 1954  se creó la Facultad Regional Bahía Blanca.

Posteriormente, sobre la estructura de la UON surgirá la Universidad Tecnológica Nacional, en 1959, integrando el sistema de universidades nacionales, pero guardando la impronta que le dio su origen. Simultáneamente se creó el Consejo Nacional de Educación Técnica, con el que se expandirán las Escuelas Técnicas Nacionales y, luego, provinciales en todo el país.

El fortalecimiento de la educación es una de las principales estrategias para creer en la proyección de los «ideales de Mayo»

La formación profesional hoy

En nuestros días se cumplen cincuenta años de aquella norma legal de la creación de la UTN y de aquella etapa de renovación, y en los albores del bicentenario de la patria y en el espíritu de aquellos hombres que conformaron la naciente nación, la Universidad responde a aquellos ideales, buscando la formación de ciudadanos y profesionales para su inserción en todos los campos de la realidad social, desde una capacitación especialmente técnico-profesional pero integral. Así,  la UTN brinda “formación universitaria de amplios sectores sociales, incentivando actitudes de aprendizaje y formación continua”, potencia “el pensamiento crítico, la creatividad, la toma de decisiones, la capacidad de diálogo y de construcción de consenso” y sus profesionales “utilizarán la formación científico-tecnológica con una visión productiva, totalizadora e integral con responsabilidad y conciencia ética de su rol social”, según la misión institucional de la Facultad Bahía Blanca, definida por la comunidad universitaria durante la autoevaluación institucional 1999-2000.

En el contexto de la renovación de “los ideales de Mayo”, la formación de profesionales hoy, implica pensar en su incidencia social, y en la conformación de un país que tiene que seguir consolidándose en los valores más profundos de la humanidad: en el bien común, la verdad, la justicia, la dignidad del trabajo, el desarrollo humano, la profesionalidad, la solidaridad, la convivencia cultural y la vida ética.

Por ello, frente al bicentenario de la República Argentina, el fortalecimiento de la educación es una de las principales estrategias, para creer en la proyección de los “ideales de Mayo” hacia el desarrollo sustentable del país y de la región. Ello implica el acceso de todos los ciudadanos a la educación continua, el logro de estudios superiores profesionales crecientes –que no es un derecho sino una estrategia de desarrollo-, la consolidación de instituciones, equipos docentes y enseñanzas de calidad y mejora continua, y la formación profesional y humanista permanente de todos los cuerpos académicos. Como así también, la distribución social del conocimiento a través de la difusión y extensión y el aporte de sus equipos de investigación para enfrentar y conocer las actuales problemáticas y desarrollar proyectos que mejoren las condiciones de vida de las presentes y futuras generaciones.

Lic. Rafael Omar Cura
rocura@frbb.utn.edu.ar