Ampliar la mirada sobre la formación de los profesionales

Soy Comunicador Social, graduado en la Universidad Nacional de Córdoba, con 20 años de experiencia profesional en organizaciones públicas y privadas.

Estos años de vivencias personales, de capacitaciones, de cambios de escenarios sociales y entornos laborales fueron enriqueciendo mi capital simbólico. Desde allí parte mi visión y el eje temático de este artículo.

La formación académica, la especialización y la actualización permanente constituyen la base sobre la que se construye una carrera profesional. Sin embargo hoy el valor de un profesional dentro de una organización no se agota en el título habilitante, ni en el desempeño académico; es necesario que posea una mirada amplia, que abarque otros campos del saber. Un profesional completo, requiere de una formación interdisciplinaria para cumplir su rol dentro de las organizaciones.

Pertenezco a una generación de Comunicadores que tuvimos que aprender gestión de negocios, que debimos bajar nuestros prejuicios sobre el “mundo de los números y la lógica cartesiana” para insertarnos dentro de las empresas y dotar de legitimidad a nuestra labor profesional. Conocí, trabajé y comparto mis tareas con ingenieros de diversas especialidades, abogados, arquitectos, contadores, economistas, psicólogos, educadores, un abanico de disciplinas que operan dentro de un sistema que se nutre de la relación entre esos saberes. No se trata de romper barreras académicas, se trata de minimizar prejuicios, de ampliar la mirada a otras disciplinas. La dicotomía Ciencias Duras vs. Ciencias Blandas terminó hace tiempo en el seno de las organizaciones, porque sobran ejemplos de fracasos generados por miradas sesgadas.

Hoy predomina una nueva racionalidad en el mundo corporativo, en el que las empresas ya no son meros agentes económicos, también son actores sociales. La sustentabilidad ya no refiere sólo a la garantía de rentabilidad, al cumplimiento de la Ley y al control de los riesgos ambientales; también incorpora al entorno social como agente facilitador del “permiso para operar”.

Los atributos intangibles (marca, imagen, identidad, reputación, credibilidad) se incorporan al balance de las empresas, y pesan mucho! Porque se reconocen como generadores de valor. Lo mismo sucede en las organizaciones sociales, que también requieren de procedimientos administrativos, de control de gestión, de eficiencia para la concreción de objetivos; y –por supuesto- de trasparencia para garantizar su legitimidad.

Estoy convencido que esta visión que comparto con Ustedes sobre la necesidad de una formación interdisciplinaria puede desarrollarse a partir del vínculo Universidad- Empresas. En el mismo sentido abogo también por potenciar la vinculación entre lo público y lo privado. Este es el desafío que debemos afrontar entre todos: Las empresas u organizaciones aportando know-how, las universidades investigando y desarrollando nuevos ámbitos de formación científico-académica. Para que de esa conjunción surjan profesionales que contribuyan a alcanzar un país cada día mejor.

Marcelo Bertolino
Lic. en Comunicación Social, actualmente Gerente de Relaciones Institucionales de Profertil