El censo nacional económico (1)
Durante los meses de abril y mayo de este año se realizó en todo el país el operativo del censo nacional económico, CNE. Este relevamiento es organizado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) e implementado por las direcciones provinciales de estadística.
Este censo se compone de tres operativos: un operativo especial dedicado a empresas de gran dimensión, compañías mineras y algunos establecimientos pesqueros, un operativo específico para algunas actividades del sector financiero (especialmente aquellas reguladas por el Banco Central) y un operativo general, que releva todo el resto de las actividades productivas.
El CNE no releva actividades desarrolladas en el ámbito rural, ya que este tipo de producciones es oportunamente registrada por el Censo Nacional Agropecuario.
Importancia y usos de la información estadística censal
La información registrada por el CNE permite conocer una serie de variables como el número de establecimientos, la cantidad de ocupados (asalariados y no asalariados), las remuneraciones abonadas, el valor de lo producido en el establecimiento, el monto de las compras para la producción de bienes o prestación de servicios y otros rubros de egresos. Esta información es luego procesada y publicada por rama de actividad o por región geográfica correspondientes.
A partir de esta información es posible calcular una serie de indicadores útiles principalmente en la planificación y diseño de políticas para el sector real de la economía. Por ejemplo, es posible conocer el tamaño promedio de los establecimientos o la productividad de alguna actividad particular, observar diferencias de tamaño o de productividad entre distintos territorios (generalmente provincias), analizar la proporción de establecimientos con diferentes niveles de empleo, la especialización productiva de las regiones, etc. Además, INDEC puede calcular indicadores de concentración empresarial (que reflejan qué proporción de la producción se realiza en las plantas de mayor tamaño de un determinado sector).
Por ejemplo, el último CNE económico disponible registró que en 1993 operaban en Bahía Blanca 795 establecimientos industriales y que, en conjunto, dichos locales ocupaban 7226 personas. El sector comercial, por su parte, registró 4604 locales, con un total de ocupados de 11465 puestos. Los servicios reunían en 1993 a 2829 establecimientos, que generaban 11674 puestos de trabajo.
Si bien en términos poblacionales la ciudad ocupa uno de los primeros lugares entre los centros urbanos del país, desde el punto de vista de la cantidad de establecimientos manufactureros aparece luego de otras localidades de menor dimensión demográfica, como San Luis. El tamaño medio (9 ocupados por establecimiento, en promedio) de los establecimientos refleja asimismo que, a pesar de la influencia de las plantas petroquímicas y aceiteras, el aparato industrial local se compone principalmente de pequeñas empresas, que no superan en la mayoría de los casos, la decena de ocupados (incluidos sus propietarios) (2) .
En términos de especialización, la industria bahiense se concentra en el sector alimentos y bebidas, no sólo por la ventaja comparativa derivada de su cercanía a los centros productores de materias primas sino también por la ausencia de producciones más complejas en otros sectores (fabricación de maquinaria y equipo, fabricación de insumos, etc.). De este modo, las pequeñas fábricas artesanales de panificados, pastas frescas, lácteos y helados describen, en términos del número de establecimientos, el aparato fabril local y explican, aunque parcialmente, sus niveles de atraso.
A este panorama se debe agregar la caída sostenida del número de establecimientos fabriles, que viene registrándose ya desde mediados de los años ‘60. Durante aquel período Bahía Blanca alcanzó el pico máximo de locales manufactureros, impulsado principalmente por el notable crecimiento del sector metalmecánico (fábricas de silos, de acoplados, de herramientas para el agro, etc.) y algunos rubros que abastecían el sector comercial de las provincias patagónicas. El aumento de los niveles de concentración empresaria (fenómeno observado a escala nacional), las estrategias de expansión de firmas radicadas en los centros urbanos de mayor dimensión hacia ciudades intermedias, la aparición de competidores en otras localizaciones más rentables y, finalmente, la apertura comercial encarada a mediados de los 90 impulsaron, en conjunto, una compresión del tejido de empresas manufactureras locales.
Si bien estos fenómenos han sido palpados ya de un modo más directo por la población y por las autoridades, los guarismos recogidos en los censos permiten cuantificar la magnitud de este proceso y graficar una tendencia más general. Se debe mencionar que este tipo de operativos no tienen por objetivo medir cuestiones coyunturales sino tendencias de más largo plazo que, sin un adecuado registro, resultaría complejo verificar.
Los censos económicos sirven, a su vez, como fuente para la conformación de muestras para relevamientos que se realizan a posteriori y que tienen como objetivo registrar variaciones coyunturales de la actividad económica (encuesta a grandes empresas, encuesta industrial anual, indicador mensual de nivel de actividad, etc.). Estos relevamientos, que tienen frecuencia semestral o anual, se realizan sobre la base de muestras seleccionadas del padrón que se obtiene del censo. De modo que, cuanto mayor sea la cobertura censal (esto es, menor sea la cantidad de rechazos) más chances tienen las muestras posteriores de representar adecuadamente al universo de firmas.
Metodología de relevamiento
Los censos económicos se realizan conforme a una metodología diseñada por Naciones Unidas, y seguidas con bastante uniformidad en la mayor parte de los países. Esta unicidad de criterios permite luego comparar cifras y guarismos para distintas economías. La homogeneidad de criterios, sin embargo, atenta contra la especificidad, ya que no todos los establecimientos encuentran amigable el formulario que deben completar ni ven reflejado el tipo de operaciones que se realizan allí. Esta falta de adecuación para ciertos rubros particulares se justifica, entonces, en la necesidad de aplicar procedimientos comparables entre sectores y entre regiones.
Otra de las cuestiones que genera mayores interrogantes entre los empresarios es la referida a la confidencialidad de los datos. Se debe aclarar que la totalidad de las estadísticas recogidas por organismos oficiales se encuentra protegida por secreto estadístico (ley 17622) y, por ende, su divulgación, sólo puede hacerse para conjuntos de empresas y no establecimientos individuales.
Un punto adicional, relacionado con la observación anterior, se vincula con la fiabilidad de los datos. Como INDEC o las direcciones provinciales de estadística tienen objetivos fiscalizadores y como la información declarada no es cruzada con registros tributarios (AFIP, Rentas, etc.) la veracidad de las cifras de ocupación y de ingresos de los locales suele ser cuestionada. Sin embargo, se debe aclarar que una vez finalizado el operativo y en las instancias de edición y compatibilización de la información estadística, INDEC suele ajustar mediante consultas con expertos sectoriales las cifras de ingresos y ganancias de algunos sectores en los que se observan guarismos inusuales de quebranto.
La escasa disponibilidad de estadísticas confiables, sistemáticas y de amplia cobertura es un patrón relativamente extendido en los países en desarrollo, de la cual Argentina no es una excepción. Este quizá sea un aspecto adicional (aunque de ningún modo explicativo) del subdesarrollo. Por este motivo, iniciativas como la experimentada durante los 2 últimos meses deben ser promovidas desde el Estado no sólo como herramienta descriptiva de una situación económica sino como plafones sobre los cuales transformar la realidad productiva hacia estructuras más diversificadas, tecnológicamente más complejas o mejor adaptadas a las necesidades sociales de cada región.
Mg. Valentina Viego
vviego@frbb.utn.edu.ar
1 – Valentina Viego ha participado como instructora y supervisora de las localidades de Bahía Blanca, Villarino y Patagones del último censo, realizado durante los meses de abril y mayo pasados.
2 – Si bien a mediados de los 80, con la puesta en funcionamiento del complejo petroquímico, el tamaño medio trepó a 12 ocupados por local, este guarismo volvió a decrecer a mediados de los 90, reubicándose en los niveles precedentes.